Desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir, realizamos muchas tareas fundamentales para nosotros y nuestra familia. Desde preparar las comidas, pasando por lavar platos, coordinar horarios, hasta llevar al médico a niños o adultos mayores y un extenso etcétera. Si nadie hiciera esas tareas en el hogar, ¿qué sucedería?
Nuestro amor, compromiso y esfuerzo diario son el hilo que une esas actividades que necesitamos hacer para sostener nuestra vida y la de nuestros seres queridos. Todas esas actividades se llaman tareas de cuidado. Y, como sucede con nuestro trabajo, aunque nos encante, no podemos elegir no hacerlas porque de ellas depende la vida. Sin embargo, ¿solemos reconocerlas como tal?
Todos los días las familias nos ponemos al hombro ese esfuerzo para cuidar y trabajar. No siempre lo logramos o lo hacemos con estrés, tensión y cansancio. ¿No sentimos a veces que las costuras se estiran al límite?
Necesitamos mirar con nuevos ojos la importancia del cuidado en nuestras vidas. Amamos a quienes cuidamos y lo hacemos para que nuestra familia pueda crecer, vivir y desarrollarse.
Sin embargo, cuando cuidamos, damos algo muy preciado: nuestro tiempo, esfuerzo ¡y dinero!
Cuidar es una tarea que demanda mucho y merece ser valorada.
Eso equivale a:
Detrás de cada tarea de cuidado, hay un esfuerzo enorme que muchas veces se naturaliza. Elegimos cuidar pero muchas veces resulta muy cansador y nos estresa porque hay que hacer malabares para llegar con todo: el trabajo, la casa, la comida, la escuela de nuestros hijos, llegar a fin de mes. Es mucho sobre nuestros hombros.
Es cierto que es parte de la tarea, muchas veces, pero también sucede porque no hay suficientes servicios, apoyos o tiempo para cuidar. Aunque siempre pensamos que es algo privado, en realidad, cuidar es una responsabilidad que debería ser compartida entre las familias, las instituciones, las empresas y la comunidad.
Porque el cuidado es una necesidad básica para el bienestar de toda la sociedad. Todas las personas, en algún momento, necesitamos ser cuidadas. Si esta responsabilidad es compartida, se garantiza que todos, sin importar las circunstancias, reciban la atención que necesitan para vivir de manera digna.
Cuando trabajamos, las personas pagamos impuestos que se convierten en servicios. Cuando trabajamos o consumimos, generamos ganancias a empresas y estas también serían beneficiadas con un personal que no está abrumado por las tareas de cuidadoa. Y cuando cuidamos en comunidad, se fomenta la solidaridad y se fortalece el tejido social.
Creemos que sí pero, al igual que si no hubiera hilo suficiente, a menudo las familias no tienen todas las herramientas necesarias para hacerlo. Y acá es donde entra la necesidad de fortalecer esa red de apoyo que complemente el trabajo de las familias.
En el caso de las madres, las licencias les permiten estar solo durante los primeros dos meses, aunque continúen amamantando, pero después deben conseguir alguien que cuide de su bebe cuando tiene que volver a trabajar.
Los padres que tienen trabajo formal solo tienen dos días de licencia cuando nace su bebé. Después de eso, deben volver al trabajo, sin la posibilidad de estar con su hijo en sus primeros meses de vida.
Personas creen que las licencias por paternidad deberían ser más largas.
Personas creen que la participación activa del padre en los primeros años de vida de los niños es clave para su desarrollo.
Considera que la licencia por paternidad debería tener una duración de por lo menos 30 días.
En nuestra legislación, estas licencias no incluyen a las adopciones ni tampoco permisos para controles médicos, reuniones o actos escolares, ni para cuidar a un familiar enfermo.
Hablar de licencias es sólo una parte, pero una muy importante, de cómo empezamos con el cuidado de las personas de nuestra familia.
Si en esos primeros meses descartamos la posibilidad de tomarnos el tiempo necesario para las tareas del cuidado, ¿por qué sería diferente en el resto de los años de nuestra vida?
Según el INDEC (Encuesta de Uso del Tiempo, 2021), las mujeres dedican el doble de tiempo a las tareas del hogar que los varones.
1 de cada 10 mujeres deja de trabajar al tener 1 hijo. 2 de cada 10 al tener 2 hijos (Encuesta Permanente de Hogares, 2024).
El desempleo afecta más a las mujeres que a los hombres, y es aún peor para las mujeres que tienen hijos menores de 6 años.
Sí, no todos los países cuidan igual ni tienen las mismas costumbres. En otros países las licencias por maternidad y paternidad son más extensas y flexibles, incluyen a las familias que adoptan y ofrecen otros servicios de cuidado que te van a sorprender.
Pero no estamos solos en este camino. Existen herramientas, servicios y redes de apoyo que pueden hacer que esta carga sea más ligera, para que el tejido no se rompa. No todo el peso debe recaer en las familias.
Se puede cuidar mejor si contamos con herramientas que hagan más livianas las tareas y cuiden nuestro bienestar físico y mental.
Para esto, es clave contar con una red de apoyo, tanto pública, comunitaria como privada, que ayude a repartir mejor las tareas.