“Cuatro llamadas perdidas y un mensaje preguntándome algo de mi carrera. Pero cuando me sacan al aire me preguntan cosas de FÚTBOL y de mi novio”. Con ese mensaje, Agustina Albertario jugadora de hockey y figura de las Leonas, manifestó su enojo en las redes tras una entrevista en la que gran foco fue sobre su pareja, el jugador de fútbol Lucas Alario.
Albertario, quien fue convocada para una entrevista en vivo en TyC Sports es, además de jugadora olímpica, reciente ganadora de la Copa América de Hockey. Sin embargo, cuando fue presentada en el programa, el graph la indicaba simplemente como “la pareja de Lucas Alario”. La entrevista rápidamente se centró en él, en su posible futuro en el Palmeiras, en River Plate o incluso en la Selección Argentina de cara al mundial de Qatar.
Durante esta entrevista, no solo se ignoró y dejó de lado los logros de esta deportista, los cuales son muchos y muy importantes, sino que se dejó en claro una postura machista y al mismo tiempo denigrante hacia el deporte. Mientras las jugadoras argentinas siguen luchando día a día para ganar terreno, derechos y pagos más igualitarios, sigue predominando una mirada que dice que el fútbol es el verdadero deporte que llena estadios, vende entradas y merece los sponsors más grandes.
Esto no es un hecho aislado en el mundo del periodismo y las mujeres deportistas, y tampoco es algo exclusivo de Argentina. En Agosto del 2016 el diario Chicago Tribune de Estados Unidos fue criticado por el titular de una nota en el cual destacaban a Corey Cogdell-Unrein, tiradora olímpica, ganadora de la medalla de bronce (por segunda vez) en Río de Janeiro como “la mujer del jugador de fútbol de los Bears Mitch Unrein”. El titular no mencionaba siquiera su nombre.
El sexismo en el deporte no es nuevo. En Argentina solo parece haber dos posibilidades para que una mujer esté relacionada con el deporte. La pareja del futbolista, denominada “botinera” cuyo único valor para la sociedad era ser sus compañeras. Tenían que ser despampanantes, escandalosas y máquinas de gastar dinero. Las deportistas, en general consideradas machistas y puestas siempre en un nivel por debajo de los varones deportistas. A las primeras se las insulta, denigra y estereotipa. A las segunda se las admira sólo ocasionalmente, pero mayoritariamente sus logros son ignorados, se las juzga con más fuerza y también se las estereotipa.
Esto no es algo que sucede solamente en Argentina. En todo el mundo, año tras año, se conocen nuevos casos de deportistas cuyos logros son ignorados. En 1900 solo el 2,2% de quienes compitieron en las Olimpiadas eran mujeres. Para 2016 ese número aumentó hasta el 46%, casi la mitad de los y las competidoras. De todas formas, tanto deportistas como periodistas mujeres y arbitras en partidos han denunciado públicamente los distintos hechos de sexismo que tienen que enfrentar diariamente y las diferencias salariales con sus colegas varones.
Recientemente, parte del equipo de gimnástica de Estados Unidos pudo llevar a la corte y ganar un juicio por abuso sexual contra quien era el doctor del equipo. Las jugadoras de beach vóley noruegas recibieron gran apoyo por parte de la sociedad cuando fueron amenazadas con sanciones por no usar uniformes que consistían de bikinis en sus competencias y en cambio usar shorts similares a los del equipo masculino. El seleccionado femenino de futbol de Estados Unidos logró un triunfo histórico cuando se acordó el cobro de 24 millones de dólares por sueldos atrasados y la equidad en la repartición con las selecciones masculinas.
Estos triunfos no suceden solos sino que son los logros de mujeres deportistas que luchan por su lugar en el mundo del deporte y por la igualdad de derechos. La imagen de Kathrine Switzer corriendo en el maratón de Boston de 1967 y siendo perseguida por los organizadores porque las mujeres no podían participar, no sucedió hace tanto. Logramos mucho, pero todavía queda una gran carrera por delante.