Si vemos los embarazos de las modelos, actrices o conductoras famosas, lo único que vemos es sensualidad y glamour. Fotos que se centran en panzas perfectas y redondas, piel impecable y mucha sensualidad. En las revistas, la maternidad es construida y presentada como un momento de pura felicidad y perfección, de sensualidad, imponiendo un tipo de belleza con un cuerpo siempre femenino muy particular en el que no se perdona el aumento de peso o los tobillos hinchados. Pero, ¿cuál es el mensaje detrás de esas fotos impecables?
La modelo y conductora Carolina Ardohain, más conocida como Pampita, se encuentra cursando las etapas finales de un embarazo. Ella continúa asistiendo a su lugar de trabajo en el programa de Marcelo Tinelli y no teme mostrar su panza ni su figura. Luce vestidos ajustados, tacos altos y un maquillaje impecable. A principios de mes la modelo fue tapa de la revista Hola Argentina, en la cual en una sesión de fotos exclusiva “despliega su tierna sensualidad y luce orgullosa su pancita de ocho meses”.
Esto es algo común de ver. Desde la famosa portada de Vanity Fair de agosto de 1991 protagonizada por la actriz Demi Moore embarazada y desnuda, hemos visto cómo la maternidad en las revistas de moda se vende de esta forma. Sesiones de fotos con mujeres perfectas, maquilladas a la perfección, generalmente desnudas o con poca ropa, dónde se habla de sensualidad y de belleza imponiendo conceptos de belleza hegemónica incluso durante el embarazo.
Este tipo de fotos entran en una contradicción en sí mismas. Mientras que la maternidad es vendida como un estado de pureza y bendición en el cual la mujer logra desarrollarse como mujer, también se expone una imagen sexualizada donde la atención sigue estando en el cuerpo. Pero muy lejos de esto quedan otras realidades no tan glamorosas de los embarazos como los cambios hormonales, físicos o emocionales que nunca son nombrados o, en caso de serlo aparecen en un segundo o tercer plano. Esta idea de romantización del embarazo nos deja con maternidades de película en las cuales todo sale a la perfección y no hay lugares a situaciones o emociones negativas.
En un mundo donde las mujeres están constantemente bombardeadas con estereotipos de belleza y cuerpos casi imposibles de conseguir, imponer embarazos donde no hay defectos es generar una baja de línea a las mujeres en un momento de mucha vulnerabilidad. Lo mismo sucede con el periodo post-parto, donde al público se entra en una suerte de competencia para ver qué tan rápido vuelven estas mujeres al peso o cuerpos pre-embarazo.
Este tipo de conductas imponen una verdad acerca de cómo se debe vivir un embarazo y muchas veces, incluso el puerperio. Es hora de repensar cómo se muestra el embarazo. Es importante salir de la imagen de perfección, pureza y sacrificio y dar voz a esas otras realidades que ayudan a las mujeres y personas gestantes. El acompañamiento de este proceso también viene de parte de los medios de comunicación contando historias variopintas y reales donde todas las lectoras se puedan ver identificadas. Cada embarazo es único. Es hora de ver más gamas y una mayor representación.