Actualmente la distribución de los tiempos de cuidado que plantean las licencias refuerza la brecha de género y la división sexual del trabajo. Según la Ley de Contrato de Trabajo los varones gozan de tan solo 2 días luego del nacimiento mientras que las mujeres tienen 90 días para la licencia de maternidad. En el primer caso además es una licencia especial, optativa, a cargo del empleador/a y está equiparada a la licencia que se puede tomar un trabajador por mudanza o días de estudio. Las políticas públicas y las normativas brindan mensajes y plasman la mirada que tiene el Estado sobre cómo se debe organizar el cuidado en nuestra sociedad. El mensaje en este caso está marcado por un fuerte sesgo maternalista que asigna la responsabilidad del cuidado casi exclusivamente a las mujeres y estaba pensado para un esquema de varón proveedor y mujer cuidadora. Nuestra sociedad ha cambiado, las familias hoy tienen conformaciones diversas y la participación de varones y mujeres en ámbitos sociales, económicos , políticos y laborales necesitan un ajuste de normas que estén a la altura de nuestro tiempo.
Como parte de la búsqueda y construcción de una sociedad con mayor equidad de género, consideramos que la transformación del esquema de licencias es una pieza clave para lograr una distribución de los trabajos de cuidado más equitativa y que garantice el derecho al cuidado de todas las personas con una perspectiva de género.
Parte de esta lucha se vincula con generar las condiciones de posibilidad para que se desarrollen paternidades más presentes, activas y responsables en todas las dimensiones de los cuidados. Esto no sólo favorece que niñas y niños puedan gozar del derecho de que les cuiden ambos progenitores sino que además genera condiciones para que se reduzcan las desigualdades que imperan en el mercado laboral. A pesar de que las mujeres incrementaron su participación en el mercado de trabajo de manera significativa en las últimas décadas, el avance de los varones en el trabajo doméstico y de cuidados no tuvo el mismo incremento y eso continua teniendo efectos negativos concretos en las brechas de género en el mercado laboral.
Después de más de un año de pandemia y de convivencia con sus hijes, el tiempo que le dedican los varones a su paternidad aumentó. También así, la expectativa de cambios más profundos: participar en forma más activa del cuidado infantil. Es importante que la normativa laboral que regula los tiempos y responsabilidades de cuidado acompañen las necesidades de cuidado de las familias, contemplando su diversidad en composición.
El cuidado sigue estando muy familiarizado y la pandemia no ha hecho más que incrementar esta familiarización y dentro de las familias son las mujeres quienes llevan las mayores cargas a pesar de que la participación de muchos varones ha aumentado. Antes de la pandemia las mujeres dedicaban en promedio el doble de horas por día al cuidado no remunerado que los varones, y durante la pandemia las mujeres han sido quienes han asumido mayormente el cuidado de personas (70%), las labores domésticas (64%) y el apoyo escolar a les niñes (74%)1. Eso tiene fuertes implicancias en las posibilidades de inserción, crecimiento y permanencia laboral, autonomía económica y condiciones de pobreza de las mujeres. Sin ir más lejos, las mujeres con niñes menores de 12 años en los hogares han sido quienes han tenido el peor impacto en términos de participación económica con la pandemia.
Es por eso que nos preguntamos si contar con 2 días de licencia permite un mayor involucramiento de los varones en el cuidado y crianza de niñas y niños y contribuye a una mejora en las responsabilidades de cuidado y en las brechas de género en el ámbito laboral.
Si bien la extensión de las licencias es un paso necesario no es suficiente. Diversos estudios de caso muestran que si la extensión de las licencias no es remunerada y obligatoria y se acompaña con incentivos, muchos varones no las utilizan. Esto en parte se debe a que persisten representaciones sobre lo que debe ser un trabajador ideal (siempre disponible, sin responsabilidades de cuidado) y el temor a que este tipo de prácticas perjudiquen la permanencia y el progreso en los espacios de trabajo. Asimismo, persisten estereotipos de género en la organización del trabajo que asocia el cuidado como una responsabilidad femenina.
Para promover la corresponsabilidad en los trabajos de cuidado y reducir las brechas de género, es necesario promover políticas públicas y cambios estructurales que habiliten y acompañen un cambio cultural y el ejercicio de paternidades más responsables y presentes.
1 – INDEC (2020). Estudio sobre el impacto de la COVID-19 en los hogares del Gran Buenos Aires Primer informe de resultados.