Las relaciones personales en el mundo del trabajo y en particular las relaciones de género, están en una etapa de plena transformación. Desde la irrupción del movimiento #MeToo se multiplicaron las denuncias públicas de mujeres que vivieron distintas expresiones de violencia y acoso en espacios de trabajo en los Estados Unidos, Europa y América Latina. Al calor de ese movimiento creció la necesidad de buscar estrategias para acabar con la indiferencia generalizada sobre este tema, que dominó durante largos años el mundo del trabajo. El estallido de las denuncias públicas que en Argentina se fortalecieron luego de la divulgación de un caso de alto impacto bajo consignas como “Mirá cómo nos ponemos” y “No nos callamos más” permitió quebrar el silencio que encubría prácticas tan nefastas como habituales. Al hacerlas visibles, se hizo pública su desaprobación y se abrió otro debate.
Esta semana la Cámara de Diputados trató en una sesión plenaria de las Comisiones de Trabajo y de Relaciones Exteriores, la aprobación del Convenio 190 de la OIT sobre la Eliminación de la Violencia y el Acoso en el mundo del trabajo. Este Convenio es una herramienta internacional jurídicamente vinculante que genera estándares de protección, prevención y atención a la violencia y el acoso, dirigido tanto a trabajadores como trabajadoras. Define a la violencia y el acoso en el mundo del trabajo como un conjunto de comportamientos y prácticas inaceptables, o de amenazas de tales comportamientos y prácticas, ya sea que se manifiesten de manera puntual o recurrente, que tengan por objeto, que causen o sean susceptibles de causar un daño físico, psicológico, sexual o económico, e incluye la violencia y el acoso por razón de género. El Convenio enmarca la violencia y el acoso en razón de género en los estereotipos de género, las formas múltiples e interseccionales de discriminación y las relaciones de poder desiguales.
Como expositora invitada a participar de la Reunión Informativa plenaria de la Cámara de Diputados, la Directora de ELA, Natalia Gherardi, destacó especialmente el abordaje integral que propone el Convenio, en particular por el énfasis que coloca en la prevención y en la implementación de “medidas tendientes a aportar a una transformación de la cultura organizacional de los empleos, tanto en el ámbito público como privado”.
Con ese compromiso, desde ELA y en el marco del Proyecto Cerrando Brechas, hemos desarrollado investigaciones para documentar las particularidades de las conductas que constituyen violencia y acoso por razones de género en el empleo. Con entrevistas en profundidad, hemos escuchando las voces de las propias mujeres para contribuir a diseñar herramientas que puedan aportar a la prevención, abordaje y resolución de los casos que se generen.
En plena búsqueda de respuestas sociales y legales apropiadas para atender las expectativas que se generan en este proceso de transformación de las relaciones de género en ámbitos laborales, hemos desarrollado estrategias de acompañamiento a ámbitos laborales (públicos y privados), para diseñar políticas y estrategias de prevención, abordaje, sanción y reparación de las violencias, buscando aportar reflexiones que puedan orientar este proceso. Con la pronta aprobación y posterior ratificación del Convenio 190 de la OIT, seguirá un proceso de adecuación normativa en el país. Para eso, como señaló la Directora de ELA en las reunión celebrada en la Cámara de Diputados,, será importante recuperar el abordaje integral que propone el Convenio 190 en línea también con la Ley 26.485 de Protección Integral de las Mujeres frente a Todas las Formas de Violencias. En muchas oportunidades, las formas de violencia y acoso por razones de género en el empleo pueden ser atendidas con una respuesta integral, no enfocada en lo punitivo, sino que recupere la importancia de un abordaje pedagógico que permita la protección y reparación de la víctima y al mismo tiempo un aprendizaje institucional colectivo.
En el manejo de estos conflictos sociales, muchas veces se requiere la transformación de culturas organizacionales arraigadas en la desvalorización de las mujeres y de la identidades feminizadas como colectivo, atendiendo además a todas sus diferencias y diversidades en términos de identidad, origen, edades, trayectorias y condiciones de vida.