Hace unas semanas, Love is Blind Argentina nos mostró un caso que expone esa realidad: Santiago, uno de los participantes, fue denunciado por su esposa, Emily, por violencia. Aunque ya durante el programa se percibieron señales de manipulación emocional y violencia simbólica, este caso nos recuerda que la violencia de género no es ficción sino una realidad que muchas mujeres enfrentan en su día a día.
La Ley 26.485 de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres define la violencia de género como cualquier conducta basada en una relación desigual de poder que atenta contra la dignidad, integridad o libertad de las mujeres.
En castellano, ¿qué significa? Desde siempre, nos han enseñado que hombres y mujeres deben enamorarse y formar una familia, como si fuera algo siempre feliz. Pero la realidad es que, en muchas relaciones, los varones tienen más poder simplemente por el hecho de ser varones. No porque sean más fuertes o inteligentes, sino porque vivimos en una sociedad que, durante siglos, les ha dado más autoridad en la pareja, en el trabajo y en la vida en general. Esto muchas veces se traduce en dinámicas de control y dominación, donde un hombre puede sentir que tiene derecho a controlar los aspectos de la vida de su pareja, como decirle cómo vestirse, con quién hablar, cómo sentirse o qué hacer.
Estas situaciones no siempre son evidentes, porque muchas veces se disfrazan de amor o preocupación. Pero el amor no debería hacernos sentir miedo, culpa o inseguridad. Cuando eso pasa, ya no es amor, es violencia.
La violencia no siempre se ve a simple vista. Muchas veces comienza con formas más sutiles, como la violencia simbólica (que refuerza estereotipos y roles de género tradicionales) o la violencia psicológica (como el control emocional, las amenazas y la manipulación). La Ley 26.485 describe diversos tipos y modalidades de violencia que nos pueden ayudar a identificar si estamos atravesando o no una situación como esa.
Estos primeros signos pueden pasar desapercibidos, pero son la antesala de una posible escalada. En el caso de Emily, la violencia simbólica y psicológica fueron el preludio de una escalada hacia lo físico. Esta es la dinámica peligrosa y silenciosa que puede tomar fuerza antes de volverse irremediable.
La violencia de género es una realidad muy antigua y arraigada en la sociedad. Si bien la situación fue cambiando a lo largo de los años, la Ley 26.485 fue sancionada el 11 de marzo de 2009 para visibilizar esa violencia que teníamos aún tan naturalizada, para prevenirla, sancionarla y erradicarla.
A 16 años de su sanción, los números muestran que la lucha está lejos de terminar:
Fuente: Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (2024): Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina. Edición 2023.
Un relevamiento reciente en la Ciudad de Buenos Aires muestra que cada vez más mujeres logran reconocer la violencia doméstica y buscan apoyo.
Fuente: Encuesta de Percepción e Incidencia de la Violencia contra las Mujeres – DGEyC del GCBA & ELA, 2023.
Estos avances reflejan el impacto de las políticas de prevención y asistencia. Identificar la violencia y acceder a ayuda puede ser clave para salir de situaciones de riesgo y, en muchos casos, salvar vidas.
Mientras algunos sectores niegan la desigualdad de género, las mujeres seguimos enfrentando control y posesividad disfrazados de amor. Tenemos menos autonomía económica, peores condiciones laborales y menos acceso a puestos de decisión. Cuidamos más, cobramos menos y se nos exige sostener vínculos, incluso cuando nos dañan.
Los números son contundentes: la violencia contra las mujeres no es un problema individual ni un caso aislado.
La violencia de género no es una ficción guionada para un reality. Es un problema social que cuesta vidas y que necesita ser enfrentado de forma urgente. Si algo nos enseña la historia de Emily es que no basta con hablar de amor: hay que hablar de igualdad. Love is not blind.