Con motivo de la presentación del informe Cuidados, asistencia y discapacidad en América Latina. Percepciones desde la sociedad civil y avances legislativos ELA organizó y coordinó un conversatorio que tuvo lugar el 15 de diciembre. Participaron como ponentes referentes de organizaciones de personas con discapacidad como la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI) de Argentina; Asociación Ditsú de Autonomía Personal y Discapacidad de Costa Rica; Yo Cuido de México; y el Centro de Capacitación Humanizada (CECAHU) de Uruguay. La actividad contó con la interpretación de Lengua de Señas Argentina a cargo del colectivo con Manos de Brujas.
La investigación, realizada por Valentina Vargas Ricas bajo la coordinación de ELA, estuvo motivada por la intención de visibilizar y problematizar la interseccionalidad del género con la discapacidad en materia de políticas de cuidado. Sigue siendo una dimensión poco atendida tanto por las políticas públicas, como la sociedad civil por fuera de las organizaciones que trabajan con la discapacidad y también por el propio movimiento feminista.
Durante el evento se plantearon los desafíos que existen en el abordaje de las políticas de cuidado y su discusión en la agenda política. Si bien se reconoció que los cuidados han adquirido visibilidad en la agenda pública en los últimos años y, sobre todo en el 2020 producto de la crisis por la Covid-19, el enfoque sigue siendo poco interseccional: se privilegia lo urbano sobre lo rural, a las clases medias y altas sobre la popular, a quienes tienen un trabajo formal por sobre quienes no lo tienen, a la niñez por sobre otras poblaciones.
Las distintas ponentes dieron cuenta de que dentro de la agenda pública las personas con discapacidad suelen ser percibidas como sujetos pasivos que requieren de cuidados lo que lleva aparejada la carga negativa de etiquetarlas como personas dependientes. “Aparecemos como sujetos que no somos capaces de maternar. No solo tenemos que ver esta cuestión de los apoyos (estatales) sino que también tenemos que construirnos, pensarnos y sostenernos con esta posibilidad de maternar” sostuvo Carolina Buceta integrante de la comisión directiva de REDI. Esto desconoce y obstaculiza su acceso y disfrute pleno de los derechos humanos a nivel general y al derecho al cuidado en particular: a cuidar de otros tanto como a elegir de qué manera y por quién se quiere ser asistido, invisibilizando así la ausencia que existe de apoyos necesarios para poder brindar y recibir estos cuidados. “En la planificación de los apoyos la protagonista debe ser esa persona que decide maternar. No puede ser que personal de la salud y familiares armen todo el combo. Los apoyos deben ser consentidos” afirmó la integrante de REDI.
Además, el debate permitió evidenciar las tensiones existentes entre las distintas miradas y connotaciones que adquiere el concepto de cuidado con la diferenciación que realizan estos colectivos entre cuidado y asistencia. “La asistencia personal está unida indefectiblemente a la vida independiente”, explicó Raquel González Barnech, integrante del CECAHU. Esto se evidencia, por ejemplo, en la visión que tienen los colectivos de personas con discapacidad y aquellos que representan a las personas cuidadoras.
“Los cuidados se dan en una relación vertical, de poder en donde la mamá cuida al bebe, o donde los adultos cuidamos a los niños o a las mascotas o a los objetos de valor, que son frágiles. Pero es una relación de sujeto y objeto: el sujeto que brinda el cuidado y el objeto que recibe el cuidado. Las personas con discapacidad desde una perspectiva de derechos humanos requerimos apoyo para nuestra vida diaria” expuso Andrea Gómez, secretaria de Ditsú. Alina Barquero Herrera, presidenta de la misma organización agregó: “Las personas con discapacidad no necesitamos que nos cuiden. Necesitamos apoyos. Somos personas con capacidad para decidir y una asistente personal no va a hacerlo por nosotras”.
“Las mujeres cuidamos y también meremos reconocimiento. Como persona con discapacidad quiero que se me vea como una persona individual e independiente. Pero también quiero lo mismo quiero para ellas, que sean vistas como lo que son: personas que me apoyan en mis tareas”, comentó María Guadalupe Castro, integrante de Yo Cuido México, una organización de personas cuidadoras donde también confluyen personas con discapacidad. Castro agregó: “Los cuidados son una cuestión de derechos humanos, incluyen la responsabilidad del Estado de garantizar la accesibilidad, suficiencia y calidad de los cuidados dignos y efectivos que evite la vulneración de derechos de quien lo realiza, especialmente de las mujeres. Cuidar es un trabajo y debe ser reconocido por el Estado”.
La agenda de los cuidados está avanzando en la región y cada vez son más los países que tienen como horizonte a corto o mediano plazo la creación de un sistema nacional de cuidados. El desafío para todos es crear políticas de cuidado sólidas, lograr asegurar su institucionalidad y un financiamiento sostenido y sostenible y que estén respaldadas por normas o marcos regulatorios consistentes con las obligaciones internacionales de aplicar un enfoque de derechos, de género e interseccionalidad. En este sentido, es importante evitar la sectorialización de los distintos grupos sociales y trabajar por una verdadera transversalización de estos enfoques, para que en cada política, medida o normativa se tengan presentes las necesidades que tienen las mujeres, niñas y adolescentes en toda su diversidad. Debe ser un principio rector la participación de las personas con discapacidad y sus organizaciones, en todo el ciclo de formulación, implementación y monitoreo de las leyes y políticas públicas. Ese es un camino necesario para que el lema de “nada sobre nosotras sin nosotras” pueda empezar a ser una realidad.
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