Trabajo y cuidados

Por una reactivación económica con las mujeres adentro: se lanzó el programa Registradas

Esta iniciativa del gobierno nacional funciona como un subsidio del Estado al gasto familiar que se destina al trabajo doméstico y de cuidados. Asigna un incentivo económico para quienes registren a las trabajadoras domésticas.
30 Sep 2021

Esta semana, gracias al trabajo coordinado por la Mesa Interministerial de Cuidados, el gobierno nacional lanzó el Programa “Registradas”, una política que promueve la formalización y bancarización de las trabajadoras de casas particulares. La medida busca mejorar los altos niveles de informalidad, recuperar el empleo perdido durante la pandemia y recomponer los ingresos de uno de los sectores clave del empleo femenino.
El programa funciona como un subsidio del Estado Nacional al gasto familiar que se destina al trabajo doméstico y de cuidados y establece un incentivo económico para que las y los empleadores registren a las trabajadoras domésticas a cambio del pago parcial del salario por un periodo de 6 meses. A su vez promueve la bancarización de las trabajadoras a través de la creación de una cuenta en Banco Nación donde se depositaría el salario y se les permitirá acceder a otros beneficios bancarios como acceso a tarjeta de crédito o préstamos. 

Un sector con demandas urgentes
La importancia del trabajo y la precaridad de las condiciones laborales y sociales de las trabajadoras de casas particulares requiere de medidas efectivas y urgentes: 

  • El 99% son mujeres y alcanza a 1.4 millones de trabajadoras que representa el 17,4% de las mujeres ocupadas en nuestro país,lo que evidencia el peso de esta ocupación en el empleo femenino, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que publicados en 2020. El 44% son jefas de hogar, es decir que sostienen económicamente a sus familias y el 87% tiene hijos/as menores de 18 años a cargo, con lo que cumplen un doble rol de cuidadoras tanto en el ámbito remunerado como no remunerado. 
  • Según datos de la OIT, cobran, en promedio, los salarios más bajos del mercado laboral y el 77% trabaja todavía en condiciones de informalidad), pese a que transcurrieron 8 años desde que se sancionó la Ley 26.844 Régimen Especial de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares que establece pisos mínimos de reconocimiento de derechos laborales como acceso al sistema previsional, obras sociales, vacaciones pagas, aguinaldo, licencia por maternidad, entre otros. Desde el 2013 en adelante la ley no ha sido suficiente para promover de manera progresiva la formalización, pese a que creó un sistema muy simple y poco oneroso para el registro, y la misma se ha estancando hace años en un cuarto de las trabajadoras del sector. Aquí entonces surge la pregunta  sobre qué otras barreras persisten para el incremento del registro y se torna necesario atender a esas resistencias ancladas en múltiples factores de tipo cultural y relacional (atender particularmente a los mitos que persisten tanto entre empleadores/as como entre trabajadoras) si se quiere que las medidas tengan éxito. 

Este escenario da cuenta del alto grado de vulnerabilidad social y económica que tienen estas trabajadoras y que durante la pandemia por Covid-19 se vio particularmente afectado. Según datos del INDEC, muchas trabajadoras perdieron su empleo y  fuente de ingresos, lo que representó una caída en 2020 de 15 puntos del PBI respecto a 2019 . Muchas sufrieron reducción salarial y/o tuvieron dificultades para el cobro del salario por la baja bancarización que existe en el sector. También se evidenciaron situaciones donde las trabajadoras eran obligadas a permanecer en el domicilio laboral sin descanso ni posibilidades de salidas transitorias, déficit de elementos de seguridad en el trabajo y un aumento de las situaciones de discriminación y violencia.
Desde ELA, con el apoyo de OIT, durante el 2021 realizamos un estudio cualitativo sobre la violencia y el acoso en el sector que permitió identificar el alto grado de exposición que tienen las trabajadoras frentes a situaciones de maltrato psicológico, acoso sexual y hasta agresiones físicas. Frente a estas violencias, la informalidad actúa como un factor de riesgo dado que amplía la exposición y también obstruye la búsqueda de mecanismos de respuesta y protección de los canales institucionales. Es por eso que apostar a reducir los niveles de informalidad resulta clave. Este estudio será publicado próximamente. 

Un componente de la organización social del cuidado
Además de ser un sector clave del empleo femenino, el trabajo doméstico se presenta como un componente fundamental de las estrategias de cuidado de muchas familias de sectores medios, que deben recurrir a la contratación de servicios para atender a las necesidades de cuidado mientras atienden las responsabilidades laborales, en un contexto donde la oferta de servicios públicos de cuidado en Argentina es escasa y deficiente, tanto para el cuidado infantil como para el cuidado y asistencia de personas mayores y personas con discapacidad. En este sentido, el programa “Registradas” también implica un reconocimiento y un subsidio del Estado al cuidado que aún se encuentra muy familiarizado y feminizado.
Con la caída del empleo y de los  ingresos que significó la crisis por la pandemia, muchas familias que solían externalizar cuidados contratando los servicios de trabajadoras domésticas, dejaron de hacerlo generando un impacto profundamente negativo en el sector pero también para la gestión del cuidado familiar. La visibilidad que han cobrado los trabajos de cuidado nos presenta una oportunidad para jerarquizar a los sectores involucrados en la economía del cuidado, mejorar sus condiciones laborales y de vida, valorizar social y económicamente su aporte y repensar nuestra organización social del cuidado que reclama más servicios e infraestructura accesibles para descomprimir la carga en las familias. 
Desde ELA destacamos que en este contexto de crisis económica es fundamental que se motoricen políticas públicas que busquen incentivar el empleo y la autonomía económica, mejorar las condiciones de vida materiales y reducir la pobreza de las mujeres. Creemos que es un buen ejemplo de política de reactivación económica con enfoque de género que representa no sólo una mejora para un grupo poblacional sino que representa un avance y posibilidades de desarrollo para la sociedad en su conjunto. Mejorar las condiciones del trabajo doméstico y apostar a fortalecer la economía del cuidado es reconocer y recompensar un trabajo que es vital para el sostenimiento de la economía y la sociedad en su conjunto y que no recibe ni el reconocimiento ni una retribución acorde al valor social y económico que brinda. El adecuado reconocimiento y recompensa del trabajo de cuidados es entonces un paso necesario para la construcción de sociedades que cuiden mejor y garanticen el bienestar de su población en un marco de equidad y derechos.