El 8 de septiembre pasado se cumplieron 30 años del femicidio de María Soledad Morales, que dejó en evidencia distintos encubrimientos por parte del poder político y de la policía de la provincia de Catamarca y que tuvo fuertes repercusiones políticas y sociales en el país. Esa noche de 1990 Morales, de 17 años fue drogada, violada y asesinada por un grupo de hombres que fueron catalogados como “hijos del poder” debido a los cargos ocupados por entonces por sus padres: Guillermo Luque (hijo del entonces diputado nacional Ángel Luque), Diego Jalil (hijo del Intendente de la ciudad en ese momento), Arnoldito Saadi (primo del gobernador de Catamarca) y Miguel Ferreyra (hijo del jefe de la policía) fueron algunos de los involucrados en el caso. Tras dos juicios en 1997 y 1998 Luque fue condenado a 21 años de prisión por violación y asesinato (salió en libertad tras 14 años) y Tula a 9 como participe secundario del hecho. En ese momento, el tribunal también ordenó investigar el encubrimiento del femicidio, que se sospechaba podía abarcar a la policía de Catamarca, el ex gobernador Ramón Saadi e incluso el entonces presidente de la Nación Carlos Menem, pero nunca se concretó.
El femicidio de Morales sigue sin esclarecerse. En el aniversario número 30 los principales medios de comunicación nacionales escribieron notas haciendo hincapié en el encubrimiento y del aún vigente reclamo de justicia. Clarín publicó una entrevista con Ada Rizzardo, madre de María Soledad, Página12 también centró su nota en declaraciones de Rizzardo y La Nación publicó una crónica del caso. Pero La Nación también se destacó por la nota escrita por el periodista Pablo Sirvén y la repercusión negativa que tuvo en las redes sociales.
La nota analizaba el accionar de los medios de comunicación y distintos periodistas mientras cubrían el femicidio de Morales. El titulo elegido fue El caso María Soledad: un trágico culebrón con capítulos de alto raiting. El repudio no tardó en manifestarse en las redes sociales y también por parte del colectivo de trabajadores y trabajadoras del diario que lograron que el titulo se editara y fuera reemplazado por El caso María Soledad. Un punto de inflexión en la historia del periodismo, aunque las impresiones de pantalla permiten mantener la memoria de cómo se presentó originalmente. A pesar de que el repudio estuvo centralizado en el título, el enfoque de la nota se caracterizaba en general por la ausencia de un enfoque de derechos.
Según la nota de Sirvén, el femicidio de Morales despertó “la avidez informativa porteña” por una provincia antes ignorada y describe que “la violenta muerte de María Soledad Morales implicó una gran novedad”. También hace referencia a que el caso era atractivo para los periodistas ya que “contaba con todos los condimentos para atrapar a la audiencia: una joven que en su despertar sexual encontraba su peor final en el seno de un reino feudal fundado por Vicente Saadi”. No solo el llamado “despertar sexual” de la joven no es relevante sino que tampoco fue lo que la llevó a “encontrar su peor final”. Presentar la información así es una forma de mover el foco de atención sobre los verdaderos responsables del crimen y culpabilizar a la víctima. Ella no buscaba ser violada y asesinada y su vida sexual no tiene nada que ver con su femicidio.
Durante el largo de la nota, el periodista refiere constantemente al caso como “sórdido culebrón”, “truculento teleteatro” y habla de los femicidas y personas vinculadas con el mismo como “un elenco de personajes nefastos” viendo el caso como un show de televisión, pura ficción. Como conclusión, el periodista asegura que “el crimen de María Soledad fue un punto de inflexión en la agenda mediática (…) la tragedia catamarqueña marcó a fuego la década menemista y le legó al periodismo nuevos formatos y maneras más audaces de abordar la información”.
El repudio de la nota en las redes sociales fue inmediato. En un hilo de Twitter, desde Feminacida aseguraron que “aunque el título luego fue modificado, al hacer referencia al caso como un ‘culebrón’ se corre el foco del sistema patriarcal que sistemáticamente nos mata y lastima para centrarse en la idea de que esto no es más que un capítulo dentro de la novela de la tarde, de una ficción”. Mujeres que no fueron tapa también publicó un hilo de Twitter en el cual escriben: “No fue un culebrón, fue un femicidio que escribió más miedo en los cuerpos de todas las que estábamos vivas en ese momento, mujeres adultas o niñas. Ese miedo con el que todas vivimos y encarnamos a lo largo de nuestra vida, el miedo a ser violadas y asesinadas”.
La comisión de trabajadoras y trabajadores de La Nación, autoconvocados en torno a la temática de género, también se manifestó en contra del titular: “Se banaliza el crimen, se lo equipara a un ‘culebrón’ y se lo mide en términos de ‘rating’. Esta clase de contenidos son inapropiados hacia nuestra audiencia y confirman que se necesita una política de capacitaciones en la materia que venimos pidiendo desde hace tiempo”. El mismo colectivo aseguró que el titular fue modificado “en función de un debate generado entre colegas”. Sirvén publicó en Twitter un descargo asegurando que “El término ‘trágico culebrón’ no busca calificar el caso, sino describir el formato de entregas de alto voltaje que hicieron los medios de entonces de tan bestial episodio”. De todas formas, como pudimos ver, el problema no estaba solo en el título sino que se explayaba a lo largo del texto. Además, podemos también criticar que el femicidio de Morales no fue “un bestial episodio” sino que fue una violación y asesinato realizada por un grupo de hombres que hoy están en libertad.
Esta no es la primera vez que el colectivo se manifiesta en contra de una nota publicada por el medio. El 1° de febrero La Nación publicó una editorial titulada Niñas madres con mayúscula en la cual hacía referencia a dos casos de “mamás precoces” (una de 12 años, la otra de 13) vanagloriando a las menores de edad que son forzadas a seguir adelante con embarazos, aunque sean productos de violaciones, demostrando el “instinto materno”. En ese momento, esta misma comisión de trabajadoras y trabajadores se expresó en contra del editorial y el medio tuvo que publicar una nota de disculpas.
Hay que destacar tras este hecho lo que generaron las redes sociales y los repudios realizados por el mismo colectivo de la prensa. Los medios de comunicación tienen el poder de ser formadores de opinión, pero además construyen realidad. Por eso reclamamos más periodistas feministas en los medios, e insistimos con la necesidad de implementar el enfoque de derechos humanos para poder hacer un mejor periodismo.