Decir que la violencia de género disminuyó porque bajaron los homicidios es incorrecto. Ese dato no es un indicador para hablar de violencia de género sencillamente porque se refiere a otra cosa. Un homicidio no es lo mismo que un femicidio. No toda muerte de una mujer a manos de un hombre es un femicidio.
La Justicia registra una causa como femicidio si hay indicios de violencia de género, como antecedentes de abuso o dominación, agresiones previas, ensañamiento o violencia sexual.
Esos datos no los informa el Ministerio de Seguridad sino la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia. Sus informes muestran que los femicidios se mantienen estables desde 2014, con algunas variaciones menores año a año.
🙅♀️ No hay datos públicos, completos ni confiables para afirmar que la violencia de género bajó. El sistema de medición dejó de relevar la información nacional y se dejaron de publicar las estadísticas. Con el desmantelamiento de programas y espacios de atención, es posible que haya menos mujeres buscando ayuda.
💔 El 50% de las mujeres argentinas sufrió violencia alguna vez en su vida por parte de su pareja actual o ex . Tergiversar el debate es negar esa realidad que vivimos todos los días. Esconder los femicidios entre los homicidios de mujeres significa desconocer esa desigualdad. Y es una forma de justificar la ausencia del Estado.
(Fuente: Encuesta de Prevalencia, Spotlight, 2023)
Es crucial no simplificar un problema complejo a una única solución punitiva. La evidencia demuestra que el aumento de penas nunca ha prevenido delitos, incluida la violencia de género, ni ha disuadido agresores o evitado femicidios.
La violencia no empieza con un crimen: empieza mucho antes. Y si no hay políticas para detectar, asistir y acompañar a las mujeres a tiempo, el sistema llega tarde.
📉 Mientras se desmantelan las políticas de prevención, los programas de asistencia se vacían:
Datos actualizados al primer semestre de 2024.
💸 Además del costo irreparable en vidas, abandonar la prevención y asistencia también tiene un altísimo costo para el propio Estado: *es 22 veces más caro no intervenir a tiempo que invertir en políticas integrales* (Fuente: ELA, 2023).
Cuando el Estado se corre, las mujeres quedan solas. La violencia no desaparece: se profundiza en silencio, sin atención, sin refugios, sin acompañamiento.
La respuesta no puede ser solo castigo para el agresor. Tiene que ser prevención, asistencia, acceso a justicia y reparación.
Las mujeres no siempre tuvimos los mismos derechos. Hasta 1985 no teníamos la patria potestad sobre nuestros hijos y hasta 1987 ¡no nos podíamos divorciar! 38 años después, podemos hacerlo pero, cuando hay hijos, el 66,5% de las madres no recibe la cuota alimentaria que corresponde.
Las condiciones de vida siguen siendo muy diferentes:
“En los papeles” somos todos iguales, pero en los hechos no. La igualdad formal no alcanza para resolver un problema que persiste en nuestra cultura. Es por eso que la Constitución Nacional (Art. 75 inc. 23) exige al Estado tomar medidas para garantizar la igualdad real. Visibilizar y abordar la violencia de género es una medida de reparación para alcanzar la igualdad, no una desigualdad contra los varones.
No. La figura de femicidio permite abordar una problemática particular: a los hombres los matan mayoritariamente personas desconocidas en espacios públicos. A las mujeres, personas de su entorno, en su hogar. Entender la diferencia es importante para diseñar mecanismos de prevención adecuados para fenómenos que son distintos.
La figura de femicidio no busca privilegios sino identificar la particularidad de esos crímenes. Como otros agravantes, describe la relación entre el asesino y la víctima y el motivo detrás del hecho. En este caso, es la circunstancia específica (la violencia de género) la que genera la aplicación de la pena más grave.
En Argentina, no hay estadísticas oficiales sobre denuncias falsas en violencia de género.
Lo que sí hay es evidencia de que:
El mayor problema, entonces, es que cada 35 horas una mujer es víctima de femicidio y, muchas veces, después de haber pedido ayuda (Fuente: Oficina de la Mujer, 2023).
🚸Según la Oficina de Violencia Doméstica, el 33% de los casos que sí buscaron ayuda incluyen a 4.391 niñas, niños y adolescentes (de 9 a 17 años). Un promedio de 12 niñas, niños y adolescentes afectados por día (Fuente: OVD, 2024).
Darle centralidad a las denuncias falsas es una forma de desacreditar a las mujeres y sembrar sospechas donde hay miedo. Denunciar no es gratis: implica exponerse, perder trabajo, romper vínculos y enfrentarse al sistema. (Fuente: ELA, Herramientas para el acceso a la justicia con igualdad, 2023).
Antes del Ni Una Menos, muchas mujeres que denunciaban no eran escuchadas por la policía, la Justicia y, a veces, incluso su propia familia. En 10 años, hemos visto que reconocen más la violencia y se animan a buscar ayuda. En 2018 en CABA, el 22% de las mujeres que vivieron violencia doméstica dijo haber buscado ayuda, mientras que en el 2023 lo hizo casi el 30% (Fuente: Percepción e incidencia de la violencia, 2023). Esto indica un avance de las políticas de información, prevención y atención. Aún queda mucho por hacer.
Fuente: Informe Puntos de Vista, 2024
No. Por eso, junto a otras organizaciones, iniciamos una acción judicial contra el Estado nacional. Exigimos que de certezas sobre cómo cumplirán sus obligaciones para prevenir y abordar la violencia contra las mujeres que surgen de las Leyes y Tratados Internacionales vigentes.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) también expresó que Argentina debe sostener sus políticas de género (Fuente: CIDH, 2024). Hace casi 1 año, las niñas, adolescentes y mujeres de Argentina esperamos respuestas de la Justicia.
Hablar de violencia de género no es ideología y pedir que no nos maten no es de feminista. Es la realidad. Y no se puede tapar el sol con las manos.