Derechos de las mujeres y diversidades

Los recursos de los antiderechos

Durante el mes de marzo ELA participó de una investigación que organizó Privacy International sobre el uso de los datos por parte de los grupos antiderechos como forma de demorar o eliminar el acceso a la salud sexual y reproductiva.
27 Abr 2020

Los grupos antiderechos cuentan con una fuerte presencia en línea, sin embargo, la explotación de datos por parte de este movimiento apenas está comenzando. Esta es una de las conclusiones a las que llegó Privacy International (PI) en su reporte A Documentation of Data Exploitation in Sexual and Reproductive Rights, de cuya investigación ELA formó parte. En el reporte, PI recabó información de Argentina, India, Perú, Indonesia, Kenya y Chile sobre los recursos tecnológicos que los grupos antiderechos tienen y utilizan para demorar o directamente eliminar el acceso de las mujeres a la salud sexual y reproductiva.

“La explotación de datos por parte del movimiento opositor apenas está comenzando. Como esto informe muestra, la utilidad de los datos para orientar rápida y precisamente el contenido en línea, descubrir la ubicación de una persona, comprender la mentalidad y el estilo de vida de las personas, no es desconocido para quienes luchan contra los derechos reproductivos. Expertos en privacidad y organizaciones de derechos reproductivos a nivel mundial deben trabajar juntas para exponer y abogar contra tal explotación de datos”, se explica en la introducción del documento que fue publicado en el sitio web de PI solo en inglés (por el momento).

La investigación identificó diez tácticas de explotación de datos usadas por los grupos antiderechos para demorar o restringir el acceso a los servicios de salud reproductiva:

  1. Desarrollar expedientes digitales sobre quienes buscan opciones relacionadas al embarazo: el sistema parece ser capaz de recopilar información como nombre, dirección, dirección de correo electrónico, origen étnico, estado civil, vivienda, educación, fuente de ingresos, consumo de alcohol, cigarrillos y drogas, medicamentos y historia médica, historia de enfermedades de transmisión sexual, nombre de la persona/organización de referencia, síntomas del embarazo, historia de embarazo, información de pruebas médicas y eventualmente aun las fotos de ultrasonido.

  2. Implementar tecnología de geo-fencing que, según los informes, puede etiquetar y dirigir anuncios anti-derechos a los teléfonos de personas dentro de clínicas de salud reproductiva.

  3. Implementar servicios de chat en línea, incluido uno que parece compartir información íntima de personas que buscan apoyo para el embarazo con una importante organización antiderechos de Estados Unidos.

  4. Desarrollar aplicaciones para smartphones que solicitan grandes cantidades de información sobre los ciclos menstruales y la salud reproductiva de las personas, mientras que, según los informes, “siembran dudas sobre la seguridad de métodos anticonceptivos” y son financiadas de forma encubierta por “activistas católicos antiabortistas y anti-homosexuales”.

  5. Crear sitios web falsos que den “la impresión” de ofrecer asesoramiento objetivo e información sobre opciones de embarazo.

  6. Integrar con las operaciones del gobierno, incluida la prestación de “asesoramiento de opciones” a jóvenes migrantes embarazadas en los Estados Unidos.

  7. Desarrollar sitios web para centros de crisis de embarazo que requieren que los centros usen un predefinido lenguaje antiaborto en “5 páginas médicas”, incluido sobre el aborto y el embarazo.

  8. Desarrollar sitios web atractivos que tienen el potencial de engañar a las personas que buscan información, opciones y servicios sobre el embarazo.

  9. Coordinar campañas y capacitaciones internacionales para promover una agenda antiderechos.

  10. Implementar anuncios personalizados en las redes sociales que promueven información médica científicamente dudosa.

En Argentina hay varios ejemplos de grupos antiderechos usando tácticas conocidas como  “explotación de datos”, a menudo a través de organizaciones extranjeras. En la investigación se destaca el accionar de Heartbeat International (HI), una organización antiabortista que también se opone a la anticoncepción de Estados Unidos que dirige una red mundial de centros de embarazo de crisis entre los cuales hay más de 20 afiliados en Argentina. HI utiliza un sistema de software que ayuda con la recopilación de datos de los centros, unificando las preguntas que se hacen a las mujeres cuando buscan ayuda y centralizando la información que las visitantes deben proporcionar durante su visita al centro.

Otra táctica de explotación de datos de los grupos antiderechos en nuestro país fue su intención de integrarse con las operaciones del gobierno nacional mediante la creación del 0800 para casos de “embarazos vulnerables”. En esta colaboración el Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación apoyaría y promocionaría las acciones de una red nacional de organizaciones antiderechos. Finalmente, el 0800 no se realizó ya que no cumplía con los estándares de derechos sexuales y reproductivos de Argentina.

Los grupos antiderechos locales también usan anuncios personalizados en las redes sociales que promueven información médica científicamente dudosa. Por ejemplo, luego del debate legislativo sobre aborto en 2018, estas agrupaciones comenzaron una campaña que difundieron por WhatsApp (en especial en aquellos llamados “grupos de mamis”). contra la educación sexual integral (ESI). La misma, que supuestamente fue lanzada por grupos evangélicos en el país, hizo circular mensajes que se volvieron virales y se compartieron ampliamente. Los audios circulados detallaban descripciones vulgares, falsas y transfóbicas del contenido de las clases de ESI.

Según la periodista Ingrid Beck, a quien ELA entrevistó para esta investigación, “la red principal para distribuir información falsa es WhatsApp. Seguido por el resto de las redes sociales. La lista sería WhatsApp, Facebook y Twitter. Esencialmente, ellos [la oposición] usan [las redes sociales] para plantear dudas e información falsa sobre los defensores de los derechos humanos, difundir el discurso anti-científico, la evidencia anti-científica y el discurso conservador y reaccionario”.

La explotación de datos por parte de los grupos antiderechos apenas está comenzando, también en Argentina. A medida que el acceso a la anticoncepción, la atención del aborto y la información sobre salud sexual se digitaliza cada vez más, debemos permanecer atentas/os a las estrategias de explotación de datos de los grupos antiderechos.